Hace unos tres años, una buena amiga decidió recorrer el camino de Santiago como una caminata significativa espiritualmente, investigando un poco sobre el mentado camino, resulta que se ha estado recorriendo como camino de meditación, encuentro con uno mismo y con lo divino desde épocas muy anteriores a la tradición judeo-cristiana, toda esta experiencia me motivo a su vez a querer conocer Europa, pero no la Europa turística, olvidémonos de Milán, Roma, París y Brujas... Yo tenía la profunda necesidad de una peregrinación espiritual, una caminata como la de Santiago, pero con algo que resonara dentro de lo profundo de mi alma... La respuesta a su vez, sonó fuerte dentro de mí... Arturo... Tintagel...
Y así fue que decidí emprender el camino al lugar sagrado hace dos años, en septiembre de 2011. Después de llegar al continente por París, logré cruzar el Canal de la Mancha y entré en tierras bretonas... Desde el aire, la tierra de Logres me recibió con un manto de bruma que me hizo erizar la piel... Por fin había arrivado a la tierra de Arturo, Gawain, Morgana, Bedwyr y Merlín... Después de la soleada Francia, Inglaterra me envolvió en niebla desde que puse los pies en ella.
Londres primero, cuervos, torres, leones gigántescos que un día se han de levantar en la hora trece y fantasmas de prostitutas tristes que no son las del colombiano... Después Stonehenge, donde se sienten los pasos de Merlín y Vortigern aun vibrando bajo la tierra... Más adelante Glastonbury y ahí el camino se empezó a tornar agreste, el destino esencial siempre había sido Titntagel, nebuloso y misterioso Tintagel... Pero incluso ya en Inglaterra se empezaba a hacer más difícil llegar a Tintagel que encontrar la Isla de Ávalon. Conocí nuevos amigos subiendo a la cima de Glastonbury Tor, y con ellos emprendí el camino a Bristol, una vez ahí la busqueda y el camino se complicaron más, el tiempo empezaba a escasear, me esperaban en el norte... No había información, ni de como llegar ni de donde alojarse en Tintagel, los teléfonos mudos, las páginas de internet muertas o en desuso... Pensé; “Es demasiado difícil... Será mejor seguir mi camino, no se puede llegar”, y ahí mi propia Dama del Lago (Carla Brie, una de las personas que conocí al subir a Glastonbury Tor, quien me estaba alojando en su casa en Bristol) me inspiró, me detuvo en mi camino de regreso y me reclamó: "¡No atravesaste el Atlántico y recorriste todo el camino desde América para no llegar ahora a Tintagel! ¡Vas porque vas!" Y buscando a la antigüita encontramos la ruta de autobus para llegar a Tintagel: de Bristol a Éxeter, ahí habrá que preguntar en la oficina de atención al turista... La gente es amable en Éxeter, me corrigen al pronunciar [Tintéillel] el lugar, de Éxeter hay que pasar por Bude, un pueblito en la costa de Cornualles, pero ya es tarde, no vas a llegar a tiempo, me dicen, la oficina de turismo ya va a estar cerrada, de todas formas podemos hablar por teléfono y pedirles que te busquen alojamiento... ¿En serio? Y luego dicen que los británicos son fríos...
En Bude la noche me alcanza, pero efectivamente, en la puerta de cristal del centro de turistas está pegada una hojita con mi nombre, y los hoteles con habitaciones, precios y telefonos que están disponibles... Después de buscar un poco y sentir que me iba a tener que dormir en la cabina telefónica, por fin encuentro un hotel con habitación, el administrador me recibe amablemente, y al registrarme y pedir mi pasaporte, se sorprende y me dice que soy el primer mexicano en haber llegado a ese lugar en su vida... Primer logro trascendental de mi llegada a Cornualles. La noche es fresca y agradable, cómodo el lugar y buena la gente... Estoy en Cornwall...
A la mañana siguiente me despierto y tomo un típico desayuno británico (dos huevos estrellados, salchichas, hongos, jitomates fritos y frijoles dulces) y salgo a conocer la costa... Dioses... ¡La costa...! ¡Estoy en Cornwall! La playa para mí hasta ahora había sido un lugar soleado, con arenas doradas y palmeras, qué diferente de esta playa gris y con niebla, con border collies y retrievers corriendo en el agua helada, los riscos y el mar oscuro... Pero azul como nunca lo había visto... El mar que yo conocía era verde azul... Turquesa... Por primera vez en verdad percibo el azul "marino".
Sigo mi camino, ¡Tintagel se acerca! Parece de magia, de hadas y de elfos este camino, tan estrecho que el autobus tiene que echarse para atrás cuando otro auto se cruza con nosotros, los árboles forman arcos a nuestro paso, como umbrales para cruzar a otros reinos, a otros tiempos... Los lugares, verdes, de verde y más verde, tantos tonos de verde... Las casas... Los pueblos perdidos entre las montañas y los tiempos... La vulgaridad de los tiempos modernos llega a todos lados... El museo de la brujería en Boscastle atrae a tantos charlatanes que es triste...
Pero todo queda atrás, por fin, la carretera indica: Tintagel.
La parada del autobus es tan poco notable que la podrías perder si no estás atento... Pero aquí es, el camino está muy bien indicado, el castillo, en esta dirección, hacia la costa y hacia abajo...
Hay un servicio de transporte para el castillo, parece que la bajada será larga, pero ¡¿quien querría perderse esta caminata?! Empiezo mi descenso en la historia, el camino es pesado, pero no me interesa nada más que ver el castillo, el lugar, ¡el origen de todo! La mochila es pesada, pero más fuerte es mi anhelo. Las lajas, por fin veo las lajas de piedra que tanto caracterizan esta zona de Inglaterra. Sigo bajando, el cielo está nublado, se oyen truenos a la distancia... La costa, puedo ver la costa...
Tintagel se abre ante mí... Una lengua de mar que entra a la tierra, a mi derecha, la cueva del dragón, a mi izquierda, la cueva de Merlín, de una de estas dos dice la leyenda que Merlín sacó al dragón para que sobre sus alas llevara a Uther con Igraine... La bruma que sale de la cueva es la que dicen que encantó a Igraine para que viera en Uther a su Gorlois, miestras a él lo mataban en batalla los hombres del propio Uther... Y ahora, la estrecha escala en maderamen, subiendo por la pared misma de la montaña y mirando al mar... De vértigo, pero nada me detendría ahora... Empiezo a subir las escaleras de madera y empieza a llover en ese instante... No importa, llevo mi capa mágica y mi espada que me dieron mis hadas protectoras (una chamarra impermeable que me regalaron mis amigas en Bristol y un paraguas con el “Union Jack” que compré en Londres) La lluvia arrecia, no sé si es la acústica del lugar o que estoy impresionado e impresionable, pero ¡como ruge el viento! ¡Como retruena el aire! ¡Como duele el granizo! Y los truenos, dioses, ¡los truenos! ¡Como retumban en todo Tintagel los truenos! Se ilumina aún con luz de día a la luz de los relampagos la roca viva…
Un hombre me ofrece 20 libras por mi paraguas, solo sonreímos y seguimos cada quien nuestro camino… El viento acaba por deshacer mi frágil defensa y casi se la lleva de mis manos, me escudo de los elementos ya entrando en el castillo, no es que haya mucho donde cubrirse, pero el umbral de la entrada del castillo ofrece algun respiro de la lluvia… Y el espectáculo de la vista al mar celta es simplemente sobrecogedor. Por fin estoy aquí, en Tintagel. Mis pies en las rocas que el mar amenaza desde hace tanto con tragarse… Estoy tocando los viejos, viejos muros de laja que en nuestra leyenda vieron entrar a Uther, llorar a Igraine, morir a Gorlois, crecer a Morgana y nacer a Arturo… Nada me importa la realidad histórica en este momento, me importan un comino Caradoc o los Siluros, Monmouth, Malory o hasta Geoffrey Ash… ¡Estoy en Tintagel!
Recorro los jardines de la reina, los vestigios de habitaciones y cocinas, bajo hasta la puerta del puerto, subo y me adentro hasta los túneles semi ocultos, me paseo por los riscos que se confunden con lo que queda de la estructura… Me quisiera quedar ahí tanto, tanto tiempo… Pero al fin debo bajar, de vuelta al mundo de hoy, pero mañana, mañana regresaré…
Gwehyddu Dewin
Lo narras tan bien que me imaginé dando tus pasos.
ResponderBorrarQué bueno que te gustó! gracias por leerlo!
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